Si tú mueres primero, yo te prometo,
escribiré la historia de nuestro amor,
con toda el alma llena de sentimiento,
la escribiré con sangre,
con tinta sangre del corazón
Es parte de la letra del bolero Nuestro juramento, compuesto por el músico puertorriqueño Benito de Jesús Negrón, del que se sirve Bernardita Rakos para su nuevo proyecto artístico. Un relato de amor en el que la muerte tiene un destino reservado, por lo cual, cualquier opción de desenlace pasa por ella, pero no como fin, sino como estado de trascendencia. Media vita in morte sumus, «en medio de la vida estamos en la muerte», se cantaba en la Edad Media, esto es lo que se intuye del texto de Benito de Jesús, donde la grandeza del amor no supone el tránsito a la muerte sino estar en ese estadio desde siempre.
A partir de este drama pasional, la artista recurre por primera vez al video integrando las temáticas y preocupaciones que han caracterizado su trabajo, con una marcada presencia del bolero. Asume la identificación inmediata que establecen las personas, y sus respectivas experiencias amorosas, con este género musical, pues, como asegura José Balza: «El amor en las tierras del mar Caribe y, por extensión, en casi toda la América Latina, habla en bolero». En ese sentido, la narración da cuenta de una historia cargada de sentimientos contenidos y silencios imperativos: una pareja de amantes que, entre la promesa y la fidelidad, más allá de la vida, sostiene una dialéctica de placer y dolor que aspira a lo eterno.
El uso del lenguaje de señas para interpretar la canción revela al cuerpo como entidad generadora de un discurso gestual capaz de reflejar las expresiones más intensas de la condición humana. Videos que evocan las prácticas experimentales de la “autofilmación casera”, tanto por la base conceptual —reflexiones en torno a la simpleza de lo cotidiano— como por los aspectos formales —encuadre, localización, vestuario, etcétera— que determinan su autenticidad.
De esta manera, reconocemos al bolero como texto y pretexto de una propuesta que congrega videos, fotografías, dibujos y objetos dentro de un espacio-ambiente saturado de rojo, influencia directa —con cita plástica incluida— de la obra Desvio para o vermelho (1967-1984) de Cildo Meireles. Bernardita Rakos, al igual que el artista brasileño, parte de un motivo que sirve de conector para penetrar el espacio y transformarlo. En esta ocasión, sustituye la botella del líquido rojo de Meireles por el dibujo de una herida sangrante “descontextualizada” que fluye y arrastra consigo todos los registros testimoniales escenificados en el interior de la habitación, con asociaciones entre las gramáticas del lenguaje escrito, el lenguaje de señas y el lenguaje visual.
El color rojo es un denominador común. Símbolo del amor y la pasión, pero también de la muerte y la sangre; su pureza y dominio actúan como eje vehicular del discurso plástico. Además, es un elemento de representación; una metáfora del desgarramiento interno que sufren los personajes con el inevitable derrame de lágrimas y sangre; una poética visual, enérgica y vibrante que invade todo el espacio y amplifica la intensidad del acto trágico-heroico en el que se convierte una promesa de amor; situación que valida la muerte como respuesta “razonable” frente al sufrimiento terrenal, al temor a las imposibilidades, al desmantelamiento de los sueños, al fracaso del ideal.
En esta obra, Rakos mantiene los conceptos y referentes que han definido hasta ahora su trabajo creativo: la comunicación a través del lenguaje de señas para sordomudos, la cosmovisión del ambiente doméstico con alusiones al imaginario y la experiencia femenina, y la relación directa del bolero con la cultura latinoamericana —indefectiblemente condicionada por el peso de la tradición y el entorno. Todo ello aunado a cierto desdén por la representación convencional de modas y tendencias al uso y, por el contrario, enfatizando su interés por las poéticas y dinámicas que definen el sustrato del arte actual.
Luis Velázquez
Las Condes, Santiago de Chile.
bernarditarakos@gmail.com
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